Esta novela es especial, igual que Max.
Esta novela es única, como Max.
Esta novela es valiente, como Max.
Max solo tiene 8 años y no es como los demás niños. Él vive para adentro y cuanto menos le molesten, mucho mejor. No le gustan los cambios, las sorpresas, los ruidos, que lo toquen y que le hagan hablar por hablar. Si alguien le preguntara cuándo es más feliz, seguro que diría que jugando con sus legos planeando batallas entre ejércitos enemigos. Max no tiene amigos, porque nadie lo entiende y todos, hasta los profesores y sus propios padres, quieren que sea de otra manera. Solo me tiene a mí, que soy su amigo desde hace cinco años. Ahora sé que Max corre peligro y solo yo lo puedo ayudar. El problema es que Max es el único que puede verme y oír. Tengo mucho miedo por él, pero sobre todo por mí. Los padres de Max dicen que soy un "amigo imaginario". Espero que a estas alturas tengas claro que no soy imaginario.
Opinión:
Este libro es sin duda de lo más original que he leído en mucho tiempo. Y más si tenemos en cuenta que no sé si es tan habitual como se afirma en el libro, pero yo nunca he tenido un amigo imaginario ni recuerdo que nadie me haya contado que ha tenido uno salvo en películas americanas. ¿Será algo cultural entonces?
Contada en primera persona por un personaje que, como mucho, por lo que cuenta y cómo lo cuenta, esperarías que fuese protagonista de un cuento infantil, al principio Budo te confunde, ya que parece maduro y seguro de si mismo, pero solo es el contraste que supone respecto a Max, su "amigo imaginante", ya que, por mucho que se engañen sus padres, Max es especial y siempre lo será. Es un niño que parece tener algún grado de autismo, no tanto como para impedirle relacionarse, pero si lo bastante como para que prefiera evitar el contacto físico, se bloquée cuando alguna situación le supere, no entienda que la gente diga cosas que no son verdad, necesite normas para organizar su vida (y si no se las ponen los demás, lo hará el mismo), normas que nunca se saltará y que en definitiva ha supuesto que prefiera la compañía de Budo a la de una persona "real" y sienta que Budo es más real que cualquier otra persona que conoce, ya que es justo aquello que necesita.
Lo confieso, adoré las partes en las que Budo y Max están juntos. Eran sencillamente perfectas. Budo puede sentirse mayor, y hasta más listo que Max en ocasiones porque le ayuda a decidir cuando se va a bloquear o a hacer más fáciles sus rutínas y evitar problemas, pero en el fondo Budo no es más que lo que Max ha imaginado pero con alguna experiencia más gracias a que, cuando Max duerme, Budo ve la tele o sale de la casa a lugares que siempre están abiertos y escucha y aprende todo lo que puede. Pero dado que sólo puede hablar con Max o con otros amigos imaginarios, no puede hacer preguntas y eso limita su capacidad de aprendizaje real, y no tardas en darte cuenta de que Budo, no solo habla como un niño, es un niño, y como un niño es egoista y ama y odia, y se siente frustrado cuando no puede hacer algo.
La verdad, hubiese adorado solo leer sobre la vida de Budo y Max, pero el libro no solo trata de eso. De hecho, trata de cómo cambia ésta en un determinado momento y las decisiones que tienen que tomar ambos (si, ambos) para salvarse y lo que les cuesta hacerlo, Budo porque no quiere que las cosas cambien y Max porque no puede soportar los cambios.
Si le bajo una estrella es porque cuando Budo no estaba con Max sentía que le faltaba ese "no sé qué" que hace especial a una novela. Seguía siendo bonita y ampliaba lo que sabíamos de Budo, sí, pero no las disfruté tanto, salvo, sorprendéntemente las conversaciones entre los amigos imaginarios sobre qué sería lo que les pasaría cuando "desaparecieran", sin que fuese necesario meter nada de teología en sus elucubraciones.
En resumen, una novela tierna con un toque agridulce, y un final que te hará pensar.
¿Teníais vosotros un amigo imaginario cuando erais pequeños? ¿Ya conoceis a Budo y Max?
Contada en primera persona por un personaje que, como mucho, por lo que cuenta y cómo lo cuenta, esperarías que fuese protagonista de un cuento infantil, al principio Budo te confunde, ya que parece maduro y seguro de si mismo, pero solo es el contraste que supone respecto a Max, su "amigo imaginante", ya que, por mucho que se engañen sus padres, Max es especial y siempre lo será. Es un niño que parece tener algún grado de autismo, no tanto como para impedirle relacionarse, pero si lo bastante como para que prefiera evitar el contacto físico, se bloquée cuando alguna situación le supere, no entienda que la gente diga cosas que no son verdad, necesite normas para organizar su vida (y si no se las ponen los demás, lo hará el mismo), normas que nunca se saltará y que en definitiva ha supuesto que prefiera la compañía de Budo a la de una persona "real" y sienta que Budo es más real que cualquier otra persona que conoce, ya que es justo aquello que necesita.
Lo confieso, adoré las partes en las que Budo y Max están juntos. Eran sencillamente perfectas. Budo puede sentirse mayor, y hasta más listo que Max en ocasiones porque le ayuda a decidir cuando se va a bloquear o a hacer más fáciles sus rutínas y evitar problemas, pero en el fondo Budo no es más que lo que Max ha imaginado pero con alguna experiencia más gracias a que, cuando Max duerme, Budo ve la tele o sale de la casa a lugares que siempre están abiertos y escucha y aprende todo lo que puede. Pero dado que sólo puede hablar con Max o con otros amigos imaginarios, no puede hacer preguntas y eso limita su capacidad de aprendizaje real, y no tardas en darte cuenta de que Budo, no solo habla como un niño, es un niño, y como un niño es egoista y ama y odia, y se siente frustrado cuando no puede hacer algo.
La verdad, hubiese adorado solo leer sobre la vida de Budo y Max, pero el libro no solo trata de eso. De hecho, trata de cómo cambia ésta en un determinado momento y las decisiones que tienen que tomar ambos (si, ambos) para salvarse y lo que les cuesta hacerlo, Budo porque no quiere que las cosas cambien y Max porque no puede soportar los cambios.
Si le bajo una estrella es porque cuando Budo no estaba con Max sentía que le faltaba ese "no sé qué" que hace especial a una novela. Seguía siendo bonita y ampliaba lo que sabíamos de Budo, sí, pero no las disfruté tanto, salvo, sorprendéntemente las conversaciones entre los amigos imaginarios sobre qué sería lo que les pasaría cuando "desaparecieran", sin que fuese necesario meter nada de teología en sus elucubraciones.
En resumen, una novela tierna con un toque agridulce, y un final que te hará pensar.
4 ★ ★ ★ ★ ★
¿Teníais vosotros un amigo imaginario cuando erais pequeños? ¿Ya conoceis a Budo y Max?
Este post ha sido redactado según el Código de Confianza C4C.