¿Recordáis la escena de "Pretty woman" donde Vivian, la alegre prostituta, tiene un montón de dinero para gastar en ropa y sin embargo la echan de la tienda pija de Rodeo Drive por no dar "la imagen" de cliente rica?
Todo el mundo la recuerda porque, aunque no sea de una forma tan exagerada, es muy posible que un día nos haya pasado algo similar. Cuanto más jóvenes, más posibilidades hay de que si entramos a una tienda "buena" nos miren de arriba a abajo o no nos quiten ojo por si robamos. Conozco a alguien que, antes de que hicieran la película, quiso comprarse un bolso de marca y cuando preguntó cuanto costaba y si lo podía ver, la dijeron que no porque
"cuesta mucho".Y sin poder darnos el gustazo de restregarles su error a las vendedoras como Julia Roberts en la peli: esta chica (hoy mujer) en concreto, lo que hizo fue comprar el bolso, pero se arrepintió después porque cada vez que se lo ponía se acordaba de la vendedora y de como la trató. Claro que, tampoco volvió a comprar en esa tienda ni esa marca por asociación, y además contó lo sucedido a todo aquel a quien pudiera interesar, por lo que tampoco sus conocidos compraron más allí (y si no digo el nombre de la tienda hoy, es porque ya no existe, aunque no lo achaco a esta historia en exclusiva ^_^).
Os preguntareis a qué viene todo esto. A que hoy alguien me ha perdido como cliente justo cuando podía haber tenido el efecto contrario. Os situaré:
La Fundación Jose Manuel Lara publica desde hace años la revista
Mercurio para (como ella misma dice) el fomento del libro y la lectura. El número 121 de mayo de 2010 estaba dedicado al libro digital, así que, además de las clásicas recomendaciones de libros, había varios artículos dedicados al tema y los pretendía analizar para continuar con el tema de
"Porqué la venta de libros electrónicos va a fracasar en España (si no se espabilan de una buena vez)". Hasta que llegué a la última página de la revista dedicada a la firma invitada, que esta vez firmaba Angela Vallvey, titulada
"He visto cosas que nunca creeríais". La verdad, me encantó el inicio:
"He visto cosas que nunca creeríais. He conocido gente que se cortaría su propia pierna de un hachazo antes que pagar 8 euros por uno de mis libros. En fin, tampoco quiero pecar de solipsismo: ni por uno de “mis” libros, ni por ningún libro, en general. He conocido a algunas de esas personas. Y son buena gente, además."
Leyendo esto, pensé que iba a hablar de la gente a la que no le gusta leer, y, es más, pensé que lo iba a hacer desde una perspectiva positiva y con sentido del humor. Pero no, en solo un par de lineas más descubrí que el planteamiento era muy diferente: "Se han acercado a mí, aprovechando que mi menda se pateaba las españas perpetrando disertaciones para ganarse unos eurillos; se han aproximado a mí y, cuando yo esperaba que exhibieran un modesto ejemplar de bolsillo de alguno de mis libros para que lo firmase, me han espetado: “Yo es que no compro libros, porque o bien los saco de la biblioteca o me los bajo de Internet, pero... ¿me puedes firmar el folleto donde se anuncia tu conferencia?, ya que estás aquí...”".
Y la verdad, a partir de aquí se me ha hinchado la vena, porque, no contenta con equiparar el sacar libros de la biblioteca con piratería, también añade al conjunto el todo gratis y el copyleft, lamentando "la vulgaridad de las masas" y que los "artistas, escritores y titiriteros" deban reconvertirse en "neo-cutre-trovadores". Ahí es nada.
¿Pero esta mujer realmente se ha parado a pensar lo que estaba escribiendo y para quién lo estaba escribiendo? Para empezar, es como los anuncios de "Bajar películas es un delito" que ponen en los Dvd originales según los arrancas: un sinsentido, porque estás molestando (e insultando) a quien ha pagado por el Dvd y no se lo ha bajado como se supone que tratas de evitar con ese, cuanto menos, molesto mensaje.
Aquí está escribiendo para una revista que, si bien pretende fomentar la lectura y los libros, se regala en las librerías, es decir, a gente que lee y más que probablemente se gaste el dinero en leer, pero que posiblemente también sea usuaria de bibliotecas, porque, aunque no lo crea una cosa no quita la otra, y, cuando lees mucho, normalmente no puedes permitirte el comprar todos los libros que te lees, aunque te encantaría, y solo compras los que realmente te han gustado, te interesan y quieres conservar (si, en serio, después de leerlos ¡gratis!, si me han gustado voy y los compro para releerlos cuando quiera).
Pero a la señora Vallvey eso la da igual. No le importa si en ese momento no tienes dinero para comer pero has viajado cientos de kilómetros para asistir a su conferencia (si, yo también sé exagerar), solo la preocupa que no te gastas 8 euros en su libro y encima pretendas que te firme el folleto de su conferencia. ¡Tendrás cara! ¡Serás pirata! Porque, para que te enteres, la estás robando, y encima en la próxima conferencia que dé quizás la pidan hacer algo nuevo, en lugar de estar simplemente sentada recibiendo alabanzas mientras grita que se acaba el mundo. Que la cultura se acaba.
Pues nada, desde aquí le doy mi más sincera enhorabuena. Lo ha logrado, me ha convencido. Puede estar segura de que no me bajaré ningún libro suyo si un día tengo un eReader. Tácheme de su lista de preocupaciones.
Pero tampoco voy a ser como la chica del bolso. No pienso volver a enfadarme con usted. Yo también voy a tacharla de mi lista de lecturas. Ni regalada. Ni de la biblioteca. Nada. Cero. No.
¿No se siente mucho mejor?